Madre Paulina

Madre  Paulina von Mallinckrodt // Fundadora de las Religiosas de la Inmaculada Concepción

A continuación se presentan algunas pinceladas que atañen a una sierva de Dios llamada Paulina von Mallinckrodt, quien recorrió con éxito la senda de la Santidad.

La santidad es cumbre, y la más alta, a que una criatura puede llegar. Porque ella está en la línea del espíritu inmortal y el espíritu es excelso atributo de los ángeles a la vez  que luz y esencia de la familia de Dios.  3 de junio de 1817 nace Paulina von Mallinckrodt.

Sería erróneo pensar que ella nació santa. No. Sólo nació rica de dones naturales, que la hicieron privilegiada materia prima para la santidad. Paulina siempre desbordó entusiasmo por algo, muestra su condescendencia y excelente disposición para la lucha; es notable su ambición de liderazgo a la vez que su ánimo de superar cualquier dificultad.

Aquí se observan dos enfoques: en el primero, como que lanza un encendido clavel al Señor Jesús, su gran amor. Casi inmediatamente después muestra su preocupación por el prójimo, de preferencia el pobre que sufre. Va camino a la santidad, que según expresa el propio Jesús, consiste en amar a Dios y al prójimo.

Paulina a los quince años es el orgullo de sus padres que la consideran como un tesoro que el cielo les ha enviado. Su padre comienza a advertir la tendencia mística de su hija y desconfía de la influencia de su profesora la Señorita Luisa. Se traslada a estudiar a la Academia de Lieja, un instituto de religión mixta. Aquí se siente extraña y perpleja porque sus compañeras se rigen  por principios que su conciencia cristiana no puede aceptar.

Regresa a casa y su padre decide presentarla en sociedad, estas horas le parecieron interminables a Paulina pero, desempeño su papel aunque no le agradaba por los convencionalismos presentes.

Al fallecimiento de su madre queda a cargo de la casa, sólo su fe inquebrantable le hizo aceptar la voluntad divina. Paulina debía  llevar sobre sus hombros la gigantesca tarea de llevar adelante un hogar lleno de compromisos sociales.

Mirándose en el claro espejo de su madre, puesta su confianza en María Inmaculada, a quien su confesor la consagró, y renovada una vez más su entrega al Querer Divino, Paulina comienza su nueva tarea con el respaldo paterno.

A la par con sus obligaciones hogareñas ayuda en el Hospital de San esteban a las ancianas moribundas, también ayuda a los niños que la acompañan en su camino al Hospital.

Participa de una activa vida social, sin embargo, nada la aparta de sus dos grandes amores: Cristo y los pobres, a quienes dedica el primer pensamiento del día.

En 1842 participa de su primer retiro espiritual y también fallece su padre. Este hecho libera a Paulina y emprende el vuelo hacia las alturas del espíritu y de la acción de acuerdo al plan divino. Decide ingresar a la Congregación de las Hermanas de Paderborn,  pero tropieza con la oposición de su familia.  Lo que más le preocupa es seguir cuidando a sus pobres ciegos.

El 21 de agosto de 1849 realiza la toma de hábitos que significa su renuncia al mundo y también marca el inicio de la nueva sociedad religiosa “Hermanas de la Caridad Cristiana”.